martes, 20 de mayo de 2008

La Depresiòn en la Vejez


El inicio clínico de la depresión en el anciano puede cursar con una pobre alteración del estado de ánimo. Incluso puede aparecer enmascarada con otros síntomas principales, tales como la pérdida de apetito, alteraciones de la memoria, insomnio, síntomas somáticos, ansiedad o irascibilidad. Puede simular un cuadro de demencia senil, hablándose entonces de pseudodemencia depresiva.
Cuando un anciano se deprime, a veces su depresión se considera erróneamente un aspecto natural de esa etapa de la vida. La depresión en los ancianos, si no se diagnostica ni se trata, provoca un sufrimiento innecesario para el anciano y para su familia. Cuando la persona de edad avanzada acude con el médico, puede describir únicamente síntomas físicos. Esto ocurre porque el anciano puede mostrarse reacio a hablar de su desesperanza y tristeza. La persona anciana puede no querer hablar de su falta de interés en las actividades normalmente placenteras, o de su pena después de la muerte de un ser querido, incluso cuando el duelo se prolonga por mucho tiempo.

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jueves, 13 de marzo de 2008

La Depresion!!!

La depresión (del latín depressus, que significa "abatido", "derribado") es un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente. El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva, como son la tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, o un trastorno del humor capaz de disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea o no conocida. Aunque ese es el núcleo principal de síntomas la depresión también puede expresarse a través de síntomas de tipo cognitivo, volitivo, o incluso somático. En la mayoría de los casos el diagnóstico es clínico aunque debe diferenciarse de cuadros de expresión parecida como los trastornos de ansiedad. La persona aquejada de depresión puede no vivenciar tristeza sino pérdida de interés e incapacidad de disfrute con las actividades lúdicas habituales, así como una vivencia del tiempo ralentizada y poco motivadora. Su origen es multifactorial, aunque son de destacar desencadenantes como el estrés, una elaboración inadecuada del duelo, o el consumo de determinadas sustancias (abuso de alcohol o tóxicos) y factores predisponentes como la genética. Puede tener importantes consecuencias sociales y personales, desde la incapacidad laboral hasta el suicidio. Las diferentes escuelas psiquiátricas han propuesto varios tratamientos para la depresión: la biopsiquiatría a través de un enfoque farmacológico, avalado por los éxitos de las últimas generaciones de antidepresivos (abanderados por la fluoxetina, la "píldora de la felicidad" del siglo XX), la escuela psicoanalítica a traves de procedimientos psicodinámicos, o a traves de propuestas conductuales y cognitivas.


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La depresión en la mujer

La depresión se da en la mujer con una frecuencia casi el doble que la del hombre.
Factores hormonales podrían contribuir a la tasa más alta de depresión en la mujer.
En particular, en relación con los cambios del ciclo menstrual, el embarazo, el aborto, el periodo de posparto, la premenopausia y la menopausia. Las hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progesterona), debido a una existencia de menores niveles de estrógenos, parecen desempeñar por tanto un cierto papel en la etiopatogenia de la depresión.
Un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Mental de los EE.UU. (NIMH) demostró que las mujeres predispuestas a padecer del síndrome premenstrual (SPM) severo se alivian de sus síntomas físicos y anímicos (por ejemplo depresión) cuando se les suprime sus hormonas sexuales con una medicación. Si se deja de dar dicha medicación, las hormonas se reactivan y al poco tiempo los síntomas vuelven. Por otro lado, a las mujeres sin SPM, la supresión temporal de las hormonas no les produce ningún efecto.
La depresión postparto es un trastorno depresivo que puede afectar a las mujeres después del nacimiento de un hijo. Está ampliamente considerada como tratable. Los estudios muestran entre un 5% y 25% de prevalencia pero las diferencias metodológicas de esos estudios hace que la verdadera tasa de prevalencia no esté clara.


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